Existen diferentes historias sobre la fundación de Sabanalarga. Del dato más antiguo no ha quedado ningún documento escrito, aunque la información si se ha transmitido oralmente. Cuentan que la población data de 1614, año en el cual la legendaria española María del Pardo (también conocida como María Centeno) fundó la que es considerada una de las poblaciones más antiguas del departamento de Antioquia. Otra de las versiones indica que fue fundada por la misma señora, en compañía del Visitador Francisco de Herrera Campuzano.
Los primeros ocupantes de las tierras de Sabanalarga fueron indios Nutabes, desplazados desde los pueblos de San Sebastián de Ormana y Santiago de Arate, en la cuenca del Espíritu Santo, afluente del Cauca, para trabajar en el camino por donde transitaba la mayor parte del comercio entre La Colonia y España. La localidad era una parada en el viejo camino y allí se erigió el Resguardo de San Pedro de Sabanalarga y se institucionalizó una Encomienda en 1622, la cual imponía órdenes a los indígenas que se desempeñaban como peones cargueros de mercancías.
La población indígena de la región se redujo a unos pocos grupos dedicados a la agricultura o la minería, y vinculados al antiguo Resguardo de Sabanalarga, ubicado en lo que hoy se conoce como la vereda Orobajo. Actualmente los pobladores de la zona conservan, como herencia Nutabe, algunos de sus apellidos.
Orobajo, situado a orillas del río Cauca, era el centro de la actividad económica en el periodo de La Colonia. La extracción de oro se beneficiaba de la localización cercana al camino de herradura que comunicaba al Espíritu Santo, en cercanías a Ituango, con Santa Fe de Antioquia, principal centro de la provincia en ese período de la historia Nacional. El oro empezó a escasear a mediados del Siglo XVIII y el afán por dominar las tierras se intensificó, lo que desencadenó conflictos y en consecuencia, disminución de la población indígena que no podía pagar los tributos al Encomendero.
En esa misma época se adelantó un proceso de colonización de las partes altas del territorio, en cercanías a sitios conocidos como El Oro y El Junco. La avanzada buscaba tierras templadas adecuadas para el cultivo de café como otra alternativa económica diferente a la explotación minera y logró consolidar un tipo de población cafetera que no reconoce nexos con la población indígena ancestral.
Durante el Siglo XVIII la parroquia de San Pedro Apóstol, creada por iniciativa económica de Doña María del Pardo en 1673, fue poblada por numerosas familias de mestizos y mulatos que mazamorreaban en el río Cauca, al final del siglo era notoria la presencia de libres dentro del resguardo indígena y los vínculos de sangre entre grupos étnicos Nutabes y Anaconas.
A principios del siglo XIX del total de población calculada en 1201 personas, 820 eran indígenas y 381 libres. Aunque algunos se dedicaban a labores agrícolas y ganadería poco extendida, la mayoría de ellos continuaba dedicándose a la minería del oro en el río. Sin embargo el panorama económico cambió paulatinamente y los pobladores se fueron sumiendo en una pobreza que impidió el crecimiento de Sabanalarga. Esta depresión se atribuye a diferentes hechos: las playas del río Cauca pasaron de manos de los mazamorreros de oro a las de propietarios ricos, abandono de la explotación del mineral por parte de muchos lavadores, disminución en la demanda de trabajo como cargueros en el camino hacia el Espíritu Santo, y el abandono de las labores agrícolas.
En 1886 Sabanalarga pasó a formar parte de la jurisdicción de Sopetrán, al entrar en vigencia del Gobierno Federal que dividió al departamento en dos, denominándose Occidente la parte restante.
En el Siglo XX se registran algunos acontecimientos notables como: el 25 de abril de 1912 el paraje conocido como Santamaría, hoy El Oro, que contaba con riqueza en oro, inspección y parroquia obtuvo la categoría de Corregimiento; en 1936 se creó la inspección de El Junco y 1975 la de El Socorro; mientras que la de Orobajo, fue suprimida.
A principios de la década de los años cuarenta del siglo pasado, las actividades mineras se habían reemplazado por oficios agrícolas y ganaderos, que se conservan hasta hoy.
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